Una de las cosas que más nos hace sufrir y no obstante hacemos más a menudo es tomarnos lo que hacen o dicen los demás de manera personal. Y no digo que no sea lógico y normal hasta cierto punto, lo único que digo es que en la mayoría de los casos nos hace sufrir de una manera innecesaria.
No podemos evitar ver el mundo desde nuestros propios ojos, desde nuestro mapa del mundo, desde lo que sabemos, lo que creemos, lo que pensamos. Vivimos dentro de nosotros mismos y desde ahí percibimos todo lo que nos sucede tanto a nivel externo como interno. De ahí que la mayoría de nuestras apreciaciones, incluso cuando tratamos de ser objetivos, estén teñidas de una gran subjetividad. Yo misma en estos momentos en que escribo esto estoy hablando desde mi propia subjetividad, aunque mi sensación sea de estar siendo objetiva.
Es obvio que en ese tomarnos las cosas de manera personal influyen diferentes factores. Uno es el caracter o personalidad de cada uno. Hay personas que tienen más facilidad para no tomarse las cosas muy personalmente, incluso hay quien se excede en su “pasotismo” y otras sin embargo, llegan a autorreferenciarse tanto que incluso pueden caer en comportamientos pseudoparanoides (el mundo está contra mí, los demás hacen las cosas sólo por molestarme o fastidiarme). Son casos extremos, pero existen sin necesidad de irnos a la patología, sino en esa línea fina que los profesionales llamamos preclínica, es decir, alguien que no tiene todos los síntomas que se necesitan para ser diagnosticado de una patología, pero suficientes indicadores para pensar que ya no estamos delante de una conducta “normal”. Porque puedo asegurarte que en general, “el mundo”, tiene bastantes cosas mejores que hacer que estar en contra de ti.
La mayoría no obstante nos situaríamos en un punto intermedio entre ese pasotismo y lo quasi paranoico y es del que vamos a hablar. De todas esas ocasiones en que el comportamiento de otra persona nos afecta de un modo mayor del que sería necesario. Porque en esa subjetividad con que miramos el mundo nos olvidamos a menudo que las otras personas también tienen su mapa, su mundo. Y como hemos dicho en otras ocasiones, no hay mapas mejores ni peores, todos son modelos del mundo, no el mundo real. Desde esos otros mapas, pueden hacer algo o decir algo que no nos guste, pero hay muchas posibilidades de que eso ni tan siquiera tenga que ver con nosotros y que sea una cuestión o conflicto de la persona consigo misma, aunque de alguna manera nos pille en medio. Me viene a la mente la frase de Platón: Se amable, cada persona que te encuentras está librando su propia batalla. A veces en esa contienda de los otros, salimos algo salpicados.
Pero a partir de ahí está en nuestra mano. Sí, tenemos una salpicadura, incluso un rasguño. Podemos secarla o curar el rasguño y olvidarlo, o dedicarnos a alimentar esa “herida” diciéndonos a nosotros mismos que el otro lo hizo porque tiene algo en contra “nuestro”. O porque no le caemos bien. O porque quiere fastidiarnos. O cualquier cosa que ponga la atención en lo “nuestro”. Y es verdad, podemos estar molestos. Pero como dije en el párrafo anterior, el problema lo sigue teniendo el otro, no es nada personal con nosotros.
Un ejemplo, que hasta puede resultar gracioso según como lo mires, es cuando pones una cita o frase en Twitter o en Facebook y una persona se siente aludida y profundamente ofendida. Cuando escogiste la cita, no pensaste ni por asomo en esa persona. Su ofensa no tiene nada que ver contigo. Es posible que incluso te ponga un comentario áspero al respecto. Yo antes caía en esos juegos y respondía, me “defendía”, me sentía en cierta manera responsable. Hasta que comprendí, que la personalización del otro no tenía nada que ver conmigo, ni tan solo con la frase. Era algo del otro. Nada más. Y dejé de entrar en el juego pues no lleva a ninguna parte.
Supongo que queda claro que no estoy diciendo que no haya comentarios maledicientes, ni personas que hagan cosas con alguna intención de perjudicarnos. Sería muy ingenuo creer lo contrario. Sólo estoy diciendo, que en la mayoría de casos no es así. Y tomárselo de manera personal, sólo nos lleva a sentirnos mal por algo que en realidad no tiene que ver con nosotros. Lo difícil de la tarea es saber cuándo estamos en el primer caso y cuándo en el segundo. Pero para eso, confío en vuestro criterio.
¿Te tomas las cosas de manera personal?
Escuchar podcast:
Mertxe Pasamontes
Copyright: El post ¿Personalizas en exceso? apareció primero en mertxepasamontes.com.